domingo, 13 de julio de 2014

El Quijote y las hadas

Este artículo puede contener spoilers de las cuatro partes de Shrek y de Frozen.

Charlando con mi madre sobre la película Frozen se llegan a ciertas conclusiones muy reseñables. Por una parte tenemos el deseo de los autores actuales de romper con los moldes clásicos de Disney. El conocer al príncipe azul y comprometerte con él nada más verlo “por el poder del amor” se convierte en un más razonable “vamos a conocernos primero y luego ya veremos”. También apreciamos ahora que el amor fraternal entra en escena y es tan poderoso como el amor romántico.


Si se cogen las películas de animación (clásica o 3D) y se las analiza de cara a los valores que transmiten, observamos la lucha por romper con todos esos “cuentos de hadas” que nos enseñaban de pequeños.

Otro ejemplo interesante es Shrek. Esta película comparte con “El quijote” el deseo de ridiculizar un género en sí mismo. Cervantes arremetía contra los cuentos de caballería, Dreamworks arremete contra estos y añade los de hadas a su lucha.

De una forma muy gamberra, Shrek nos enseña que aunque seas gordo, feo y verde tienes derecho a amar; Nos enseña que hay que aceptarse a uno mismo; Nos enseña que los burros y las dragonas también pueden enamorarse (llevaos esto a la metáfora para no enloquecer); Nos enseña que una persona por egoísmo puede llegar a realizar algo heroico; También nos enseña que no siempre tenemos por qué ser encasillado en esos roles que se esperan de nosotros (Dragon = malo, Ogro = malo y solo, princesa = damisela en apuros); Y por último la saga nos enseña que el amor no termina en un “y comieron perdices”.



Cada parte de la saga, al margen de los gustos de cada uno sobre ellas, nos enseña una faceta de la vida de las personas. La mayoría de las obras terminan con un “y nos enamoramos y todo fue maravilloso” pero Shrek nos hace preguntarnos que ocurre detrás. En la segunda película lo vemos enfrentándose a las dificultades que conlleva tratar con la familia de un cónyuge. Quienes tengáis pareja podréis dar buena fe de lo difícil que llega a resultar a veces.

La tercera película nos muestra lo duro que es afrontar las responsabilidades que vienen con el matrimonio. La peor de todas, la más terrorífica, es la de tener hijos. Un matrimonio suele acabar llevándonos a esta fase que no es nada fácil de aceptar para algunas personas pero que es natural en sí misma.




La cuarta película es, quizás, la más incómoda de todas en este sentido. Esta película nos muestra un ejemplo de “crisis de mediana edad” donde te ves a ti mismo joven, lleno de energía y libre de hacer lo que te venga en gana y luego te das cuenta de que tu vida ya no te pertenece. Durante un tiempo sientes que estás entregado a la esposa, a los hijos y a las responsabilidades y añoras los tiempos en que nada de esto te importaba. Es una fase que puede superarse en pareja, pero que ha roto más matrimonios de los que la gente puede llegar a imaginar.

Frozen nos enseña que el amor entre dos hermanas no tiene por qué ser menos poderoso que el amor de las parejas. También aprendemos que las chicas también pueden salvar el día sin la necesidad de que un “machote” las proteja del mal. Aprendemos que hay que tener cuidado con los príncipes azules, guapos y caballerosos, porque no siempre son lo que parecen. Si os fijáis bien, mucho de esto contradice lo que la Disney más clásica nos ha venido enseñando siempre.


Todo esto, aderezado con chistes, canciones, animales y objetos parlantes, y similares es lo que podemos encontrar si leemos entre líneas las obras infantiles. El jorobado de Notre Damme nos muestra la posesividad de una forma magistral. El rey león nos lleva al infierno y luego nos rescata de él y nos enseña a superarlo. Podría pasarme la noche “deconstruyendo” las obras de animación pero creo que habréis captado de sobras lo que pretendo expresar.

En cualquier caso me alegra que la juventud de hoy en día pueda ver este tipo de obras de una forma menos bidimensional (no hablo de los polígonos) y comprender que la vida no suele ser blanca y negra. Que el amor no es tan simple como esperar al príncipe azul y que el final de una etapa solo sirve para marcarnos el inicio de otra nueva.

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