jueves, 16 de junio de 2005

Familia

Artículo rescatado del pasado y con la fecha ajustada a la de su publicación original.

Un día cualquiera, en algún lugar, en algún momento, un accidente de coches acaba con la vida de los padres de un chaval. Dado que ninguno de sus progenitores ha sobrevivido, la ley le entrega en custodia dicho niño a su abuela, que vive con sus dos hijos. Y de esa forma, pasan los años, y ese chaval crece rodeado por sus tíos y su abuela.

Ese mismo día que mencionaba antes, chaval adolescente hace un descubrimiento que cambiará su vida para siempre. Ese día, y no otro, asume que es homosexual. Ya llevaba tiempo oliéndose algo raro, pero no quiso darle importancia. Ahora, sobre él, cae todo el peso de los prejuicios sociales, el peso de una moral mal construida y, en definitiva, todo un sinfín de problemas y dudas interiores que en principio no tiene con quien resolver. Este chaval tiene miedo, no quiere decirle nada a sus padres por que tiene miedo del rechazo que pueda sufrir. Similar temor siente hacia sus amigos. Ahí se abren varios caminos. Si se lo cuenta a su amigo de confianza y este lo acepta y le ayuda, la cosa mejorará. Si este amigo lo rechaza y lo deja de lado, este chaval se retraerá aun más.

Si a todo esto, alguien le dijera a este chaval, que a demás de todos los prejuicios que ya rondan en esta sociedad, tiene en contra a las altas esferas de la “Santa Madre Iglesia”… ¿Qué aptitud tomaría este chaval al respecto? Ahora, también, “vive en el pecado”. Pero, no vive en el pecado porque él lo haya decidido, sino porque es su naturaleza.

Pasan los años, vamos a jugar con el supuesto de que ese chaval ha conseguido aceptarse a sí mismo, y consigue encontrar pareja. Encuentra a alguien que comparte sus sentimientos, alguien que le comprende, que le quiere y que está dispuesto a pasar los días con él.

Y con todo lo anteriormente expuesto, permitidme hacer una pregunta. Según la iglesia ¿Alguna de los casos anteriores son familia? Si nos ceñimos al concepto de familia del típico “Padre – Madre – Hijos – Hijas” nos estamos dejando de lado muchos casos que hoy por hoy existen. Casos como el de la abuela con el nieto que he expuesto arriba, casos de adopción, viudas con hijos, divorciadas…

En mi humilde opinión, familia es todo aquel colectivo de personas que decide vivir juntos y que se ven atados por lazos afectivos, y quiero decir con esto lazos que pueden, pero no tienen por que ser conyugales. De esta forma, si 4 amigos, decidieran vivir juntos, y pasaran así sus vidas, acabarían siendo familia, porque por lógica esa convivencia genera cierto afecto entre los miembros del colectivo de dicha convivencia.

Ahora los tiempos han cambiado, y aun tienen que cambiar más. Con algo de suerte, este chaval, podría expresar su naturaleza sin miedo a ser rechazado. Esto nos lleva al tema del que tanto se ha hablado y del que tanto se hablará, que no es otro que el matrimonio.

¿Por qué ellos lo quieren llamar matrimonio? Pregunta la iglesia. ¿Por qué no llamarlo de otra manera?

La respuesta es bien sencilla. Porque buscan el concepto de la igualdad. Porque ha de comprenderse el deseo de este colectivo de ser tratados igual que el colectivo de heterosexuales. Si se le diera otro nombre, estaríamos asumiendo que no pueden ampararse bajo los mismos derechos de igualdad que ellos. Es una cuestión de autodeterminación. Ellos, con toda lógica, sienten que no deben caminar con la cabeza agachada ante esta sociedad, dado que en estos tiempos, por fin son aceptados.

Después, se toca el tema de la adopción de niños, otro de esos temas tan escabrosos para algunos, y tan normales para otros.

En primer lugar, he de decir, que ya existen muchos casos de niños conviviendo con homosexuales, y en circunstancias normales, no salen perjudicados por ello.

Los homosexuales por su parte no piden trato preferencial en la adopción, pero si piden que no se les dé un trato discriminatorio.

La iglesia por su parte expone sus argumentos. Por un lado exponen que estos matrimonios acabarán con la institución familiar.

En este sentido, permitidme que discrepe, dado que también se dijo lo mismo del divorcio, y a fin de cuentas, hasta ellos divorcian ya. La familia, observándola con el criterio anteriormente expuesto, no es algo estático, sino que evoluciona, cambia y se adapta al entorno para poder seguir subsistiendo, como la vida misma.

También exponen que ahora, y a la ligera nos proponemos cambiar una institución que lleva instaurada desde tiempos remotos.

También tengo respuesta para esto. ¿Acaso la esclavitud no es antigua? Obviamente, llega un momento en que nos damos cuenta de que algo no está bien, o de que debe ser mejorado. En el caso de la esclavitud, directamente observamos que era necesario eliminarla. Y ahora, decidimos que el matrimonio o la familia tal y como lo conocemos, deben cambiar para mejorar.

En el tema de la adopción exponen siempre la frase esa de “Y los niños, ¿Es que nadie piensa en los niños?” que dicho sea de paso, ya tengo algo quemadita.

Los niños, siempre, bajo toda regla, van a vivir mejor con dos homosexuales, contando claro con que cumplan los ya elevados requisitos de adopción que pone el gobierno, que en un orfanato. Yo no sé que concepto tiene la Iglesia de los homosexuales, pero no van a “pervertir” al niño ni lo van a maltratar.

Y a todo esto añado yo que ¿En qué momento debe la iglesia tomar partido en las decisiones políticas de un país?

Ya en los tiempos de la dictadura lo hicieron y no salimos muy bien parados, o al menos, ese es mi parecer. Es más, ellos mismos tuvieron que retractarse años más tarde cuando se les fue de las manos.

En mi opinión, la institución eclesiástica debe permanecer al margen de las decisiones políticas, cosa que desgraciadamente no está ocurriendo. Lamentable me parece el caso del Papa D. Juan Pablo II y sus reproches al PSOE cuando se acercaban sus últimos días. Incluso creo recordar que se comentó la política fluvial.

Por otro lado, también he de decir, que las altas esferas de la Iglesia, toman la palabra de la Iglesia. Quiero decir, hace un par de días, escuché a alguien decir, aunque lamento no recordar su nombre, que dado que los cargos eclesiásticos no se eligen democráticamente, no puede decirse que lo que digan los altos cargos eclesiásticos sea la voz de la Iglesia. Es un hecho que entre los miembros de la propia iglesia hay desacuerdo con respecto a este tema pero obviamente los que están en las partes más bajas de la escala jerárquica deben callar ante la voz de sus superiores.

Si la iglesia quiere proteger a la familia, que ayude a todos esos niños que pasan hambre, que ayuden a todos esos países que hoy por hoy producen inmigrantes, para que esas personas el día de mañana no tengan que abandonar sus hogares y buscar otro sitio donde poder tener una vida digna. Si quieren proteger al matrimonio que no obliguen a esas parejas homosexuales a vivir en “pecado” al no poder casarse. Y puestos a pedir, que asuman, que no toda España es parte de la Iglesia.

Yo por mi parte, he de decir que si bien creo en Dios y soy heterosexual, no puedo permanecer impasible ante la pantomima que estos señores quieren organizar este fin de semana para defender algo que no necesita ser defendido y que dicho sea de paso, coincide con ciertas elecciones que hay en Galicia, lo cual viene muy bien a cierto partido político que mejor no me voy ni a dignar a escribir. Tres manifestaciones en tres fines de semana, estamos haciendo historia, y en todas “participa” el mismo partido… cuanto menos, “sospechoso”. Yo a eso le llamo, usar según qué cosas con según qué fines. Lo que me sorprende y duele es que la Iglesia participe.

Así, lo único que conseguiremos es sembrar discordias y hacer sufrir a aquellos que solo intentan tener dignidad.

Mientras tanto, la Santa Madre Iglesia seguirá observando desde arriba y juzgando a las personas sin derecho a ello, pues solo Dios tiene dicho derecho. Los homosexuales, que son tan hijos de dios como cualquier otra persona, y cuyo único pecado o delito es nacer siendo lo que son, seguirán siendo tratados como pecadores o enfermos y con asco por dicha institución. Y los miembros de a pie de la Iglesia, los curas, y monjas, y todas esas personas que a fin de cuentas son la iglesia, tendrán que guardar sus opiniones, sean cuales sean, pues ya están los de arriba para decidir por ellos.

Quizás llegue el día en que se cumpla aquello de “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razones de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” (CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA, Capítulo Segundo – Derechos y Libertades, Artículo 14).

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