martes, 17 de mayo de 2005

Elementos Peligrosos

Artículo rescatado del pasado y con la fecha ajustada a la de su publicación original.

Una noche cualquiera, de un día cualquiera, en cualquier ciudad. Un grupo de personas, cada una con su propia historia, cuya vida en uno u otro momento se unió a la de los otros, contemplan la entrada a un edificio. Todos saben exactamente lo que dentro les aguarda, todos saben que dentro les espera un punto importante en la historia de sus vidas. La luna brilla en un cielo sin estrellas. En el ambiente, cierta banda sonora épica que todos conocemos. Los ruidos de la ciudad, que normalmente apenas te dejan escuchar nada, parecen perder su importancia ante aquel imponente edificio y el aura que desprende. Uno de ellos, mira al cielo con un gesto sarcástico y dice “Hoy, la suerte jugará a los dados con nuestro destino”.

Simultáneamente, en otra realidad, en una habitación cualquiera, en una casa cualquiera, una tarde cualquiera, un grupo formado por el mismo número de personas, junto a uno más, se reúnen alrededor de una mesa. En dicha mesa, unas botellas de refrescos, vasos, patatas fritas de las baratas, algunos manuales, lápices, gomas de borrar, un discman con la banda sonora de la que se hablaba antes, las fichas de cada uno, y el elemento crucial, los dados.

Uno de ellos, el que acaba de pronunciar esas palabras sobre la suerte, los dados y el destino, mira al narrador con cierta sonrisita burlona, y le dice que comienza a caminar hacia la puerta con aire decidido.

Y así, de esta forma, comienza y continúa una aventura de héroes y leyendas, de amores y de conjuras, y en definitiva, de imaginación. Lo que en estas líneas se ha descrito, visto desde ambos puntos de vista, es ni más ni menos que una partida de rol.

El rol lleva existiendo muchos años, como algo normal, algo que entretenía a muchas personas, como pudiera hacerlo el parchís, el ajedrez, o cualquier otro juego de mesa.

Un día, se produce la desgracia. Unos asesinos, diciéndose roleros, matan a alguien, y desde entonces, comienza la guerra mediática. Los medios de comunicación, en busca de la audiencia fácil, ven en esto, una forma de ofrecer el principal elemento que les da de comer a nivel mediático: El morbo y el miedo. Comienzan a pintar al rolero como un asesino en potencia, deformado así la realidad. Circunstancias similares se observaron con el asesino de la katana, al cual los medios de comunicación convirtieron en “victima de los malvados videojuegos”.

Sinceramente como rolero que soy, y lo digo con orgullo, solo puedo hacer una cosa. Voy a hacer uso de la palabra para describir y defender aquello de lo que soy participe, pues el miedo es una expresión del temor a lo desconocido, y si algo ya no es desconocido, en general tiende a no ser temido, aunque sea tratado con respeto.

Pero en general: ¿Qué es el rol?

El rol es un juego de mesa, aunque también puede ser jugado en vivo, que consiste en que un grupo de personas se reúna en torno a uno o varios narradores para que cada jugador asuma una personalidad o rol distinto al que suelen tener en sus vidas, siendo este el origen de su nombre. El narrador, es el encargado de plantear situaciones, las cuales los jugadores, encarnando sus personajes, deberán ir resolviendo. Para los factores que requieran enfrentamientos o esfuerzos, se disponen de fichas, basadas en ciertas reglas a discreción de cada juego. En el rol, está siempre presente el factor suerte, encarnado en el siempre presente dado. Hay juegos que te permiten ser un guerrero o un mago en la edad media, o un vampiro ya sea en los tiempos antiguos o presentes, puedes ser un hombre lobo, un mago, un asesino, un periodista, un detective, un noble, y en definitiva, dependiendo del juego y el ambiente en que juegues, puedes encarnar el tipo de personaje que quieras. El narrador, tiene la misión de ir planteando una trama, un guión, que sea interesante, y también encarnará a los PNJs (Personajes No Jugadores) que son todos esos personajes no llevados por los jugadores y que también formen parte del guión o trama del narrador.

Una partida de rol no tiene principio ni fin. Normalmente se comienza creando la historia de cada personaje, siguiendo unas pautas lógicas según el entorno del juego al que se juegue. Son los jugadores los que deciden si en algún momento quieren finalizar la partida. Pueden llevarlo como si fuera un serial por capítulos, por así decirlo.

Todo en el rol es imaginación. En una trama no tiene por qué haber ataques, pero si los hay, se resuelve tirando dados, dado que se entiende que la suerte es un factor clave en el éxito de los ataques, pero también intervienen la destreza en el ataque y otros factores, según las reglas de cada juego. No es necesario disfrazarse, pero a mayor interpretación, mayor diversión, que a fin de cuentas es de lo que se trata.

En una partida, se pueden vivir las escenas más graciosas, o los momentos más épicos, la muerte de un personaje (lastima, habrá que hacerse otro) con toda la pena de sus compañeros, y todo tipo de situaciones.

Cada grupo juega a su forma, a algunos les gusta poner velas para ambientar, otros como yo recurren a la música, a otros les encanta disfrazarse o maquillarse, es cuestión de gusto. Lo importante es sentirte en ese momento como si estuvieras siendo ese otro personaje.

Ciertamente, hay un paralelismo entre ambas realidades, entre ambas caras de la moneda. Si hay una rivalidad entre dos jugadores, también la habrá entre los dos personajes de la partida. Tiene una explicación muy simple, y es que el ser humano no puede dejar de serlo, y no podemos asumir en su totalidad una psicología distinta. La diferencia entre un actor y un jugador de rol, es que el jugador de rol no tiene guión, por lo que obviamente las decisiones quedan a discreción de cada uno.

También existe otra rama, que es el rol en vivo, que a su vez se subdivide en clases. Básicamente es parecido al rol en mesa, pero se hace “a lo grande”. Los personajes y narradores (suelen ser más personajes y más narradores) juegan en la calle, disfrazados, e interpretan a sus personajes como si de actores se tratara. Es más divertido en el sentido de que te sientes como si estuvieras dentro de una película. Suele ser más complicado, dado que hay que pedir permisos y demás. Se usan otros métodos para resolver el factor suerte, he oído decir que usaban el “piedra papel o tijera” o calculadoras con números aleatorios. Creo que hay quien también recurre a los dados, como se ha hecho siempre.

En el cine suelen pintarse al perfil del rolero como una persona relacionada con el alcohol o las drogas. Yo puedo decir, que en mi partida nadie consume drogas, y que yo no las he probado nunca. Que hay roleros que consumen drogas, innegable, pero no por ser roleros. La cuestión es que no hay un lazo entre las drogas y el rol, simplemente la droga esta en el rol, dado que está en la sociedad, desgraciadamente. Ninguna compañía de las que vende manuales hace apología de las drogas, ni incita a tomarlas. Queda en cada persona como individuo social el tomarlas, sea o no rolero.

También suelen pintarnos como inestables emocionales o carentes de personalidad. Básicamente hacen una deformación basándose en su visión de los asesinos que lo comenzaron todo.

No negaré que hay personas que desgraciadamente han quedado demasiado “enganchados” al rol, pero sobre eso, diré que son un porcentaje muy bajo, y que pasa exactamente lo mismo con toda cosa que produzca placer. Me explico: cuando una persona se ve sometida a algo que le produce placer, ya sean videojuegos, rol, deportes, el juego en cualquiera de sus vertientes o cualquier otra forma de evasión, en ciertos casos, en cierto tipo de personas, llegan a refugiarse de la realidad, de sus problemas, e intentan pasar todo el tiempo que puedan en ese placer. De esta forma, nacen muchos adictos, adictos al placer, a la evasión. Esto, no tiene nada que ver con los “placeres químicos” como son las drogas, que directamente te hacen adicto a otras formas. Desgraciadamente el ser humano es un adicto en potencia, simplemente hemos de controlarnos, y recordar el Eclesiastés cuando nos dice que hay un tiempo para cada cosa.

Sobre el tipo de partidas, si son más o menos violentas, eso varía dependiendo del tipo de narrador, y de los jugadores. Entendámoslos: si en una pelea metes a Jackie Chan, habrá menos sangre que si metes a Steven Seagal, y eso mismo sucede con los jugadores, en igualdad de situaciones, cada uno actúa de forma distinta según sus conocimientos y habilidades.

A veces, un narrador siembra una trama de investigación que puede resolverse sin el uso de la fuerza, y llega el jugador violento de turno, y lo arregla todo a tiros. Otras veces, es el narrador el que hace todas las tramas de tiros y puñetazos. Hay de todo.

En todo esto, como ya he mencionado antes, prima y mueve los motores, la imaginación. Si algo me apena de todo esto, es que somos uno de los pocos colectivos, que hoy por hoy usa este poderoso instrumento del ser humano. Los niños la disfrutan desde su infancia, y luego, solo unos pocos, los autores y creadores, la conservan. En el rol, la imaginación fluye por todas partes. El narrador necesita de toda su imaginación para inventar aventuras nuevas para cada partida. El jugador, necesita la suya para poder improvisar y salir de los entuertos que le surgen en partida, que no son pocos. Es divertido pensar como un oficinista puede durante algunas horas convertirse en un hechicero que lucha contra las fuerzas del mal junto a un grupo de grandes héroes, y al mismo tiempo, evadirse de su trabajo. No todos huyen de sus problemas, hay quienes se evaden de la misma forma que otros van al cine, es una simple cuestión de diversión.

Como ventajas, he observado una mayor desenvoltura en aquellos que han jugado, pues, dado que en partida se ven sometidos a situaciones que en la vida no conocen (o hasta ese momento no habían conocido) una vez que las viven en la vida real están más preparados para ellas. El rol nos regala la capacidad de improvisar, de reaccionar mejor ante las adversidades, de perder el miedo e incluso un gran sentido del compañerismo, obviamente, todo esto dependiendo en gran medida del narrador que tengamos. Como inconvenientes, los ya anteriormente comentados, y que obviamente según el narrador y el grupo, las partidas pueden ser algo bueno o malo, eso cada uno ha de juzgarlo. Para mi, siempre hay una máxima “jugar a rol es para divertirse, si no te diviertes, no juegues”. Y hasta ahora, me ha ido bien.

Y con esto, cierro este inmenso artículo y con él espero haber iluminado las tinieblas del terror a quien las tuviera. Si a alguien le ha servido, ya ha tenido una razón de ser. Y si conocéis a alguien que siga hablando mal de nosotros, quizás estas palabras puedan darle otro punto de vista, o al menos, esa es mi intención. Para mí al menos, si algo es capaz de reunir a varias personas y hacerlas pensar, imaginar y disfrutar de una forma sana, no debe ser tan malo.

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